lunes, 10 de febrero de 2014

The clear vowels rise like balloons








Junto a la luz tímida de un invierno que apenas arañaba la piel con su débil viento, se despertó con la sensación de haber vivido demasiado tiempo. Entre bostezos algo fingidos, intentó mover los músculos, todavía entumecidos por el sueño pegado; pero estos apenas le respondían y se resistían a abandonar el refugio de sábanas blancas.

 La música de Glenn Gould todavía resonaba en sus oídos como un rumor lejano que nunca acaba de ser del todo nítido, como una frase sin sentido que se ha cansado de habitar demasiadas bocas. El regusto del vino sobre un paladar seco, labios agrietados de tanto posarse sobre corolas de piel. Piel de Nivea, fina y transparente pero rasgada por los excesos de la estupidez propia de la adolescencia.

Tras librarse de las legañas, se marcharon a desayunar a una cafetería cercana. Allí retomaron el sueño por donde lo habían dejado, masticando bollería tierna y saboreando espuma de capuchino recién hecho junto a algunos versos en portugués. Pero quién alimentaba el sueño si no la promesa de haberse desprendido de la monotonía gris y árida que empañaba sus vidas hace apenas unas semanas. 

4 comentarios:

M dijo...

Me encanto, saludos.

Nahuel dijo...

Como siempre, excelente lectura y fotos.

Saludos, Nahuel.

Anónimo dijo...

Bella descripción. Agradable al imaginar.
un beso, preciosa.

Anónimo dijo...

Como siempre preciosa combinación entre las imágenes y tus palabras. El Laoconte es una de mis esculturas favoritas y la foto del almuerzo encaja a la perfección para reflejar lo que evoca el texto. A mí me trae a la memoria muchas mañanas de invierno, y me quedo con esta frase: "La música de Glenn Gould todavía resonaba en sus oídos como un rumor lejano". Nada mejor que tener a Gould de fondo para comenzar el día.

Un beso grande.