Qué sé yo del azar si me encuentro frente a ti, cándida y asustada, bajo la sombra de tus pestañas. De la nada sé todo y de la vida sé nada. No sé de temer a dioses inexistentes y, sin embargo, me nutro de las lágrimas que te llueven.
Prometo responder pronto a comentarios y no estar tan ausente.