Las personas siempre tienen prisa. De alguna forma u otra, van corriendo hacia todas partes con la prisa pisándoles los talones. Y en realidad quizás estaba bien. Eso de mantenerte ocupado porque siempre tienes hacia dónde ir. A mí no se me ocurría un solo lugar en el mundo al que escapar. Creo que es porque cuando se te rompe la vida, o alguien te la roba, pesa más de transportar al estar herida o ser inexistente, así que algo te ata al lugar donde la viste por última vez. Como cuando pierdes algo, y te quedas a buscarlo, teniendo a veces la firme convicción de que no vas a volver a verlo
Y tú eras mi Norte. Ahora tengo una brújula inservible y estropeada, que no sabe hacia dónde mirar.
Y tú eras mi Norte. Ahora tengo una brújula inservible y estropeada, que no sabe hacia dónde mirar.