Sé
invierno. Porque es fin y principio. Es escarcha sobre pestañas que tienen
miedo de revolotear. Alas de colibrí nevadas que esperan que el sol las haga
liberarse con los primeros cantos de vaho. Narices respingonas contra cristales
mojados, nubes de amianto y manos que se niegan a decir nunca. Porque oír algo
en esta época del año es tan ensordecedor como saltar desde el rellano de tus
mejillas. Es la estación eterna donde no efectúan los trenes parada. Y a pesar
de que la nieve cuaje bajo tus pies, tienes calcetines gordos de Jönköping,
oxígeno de sobra para tararear un blues y ginebra con sabor a roble. Uno no le
perdona nada al verano, pero un mal invierno lo tiene cualquiera.
lunes, 14 de enero de 2013
sábado, 5 de enero de 2013
En Lisboa chirrían hasta tus pestañas
Sé que ayer fue una mañana de las
de cal en las persianas. De las que no apetece levantar la mirilla para
observar si la nieve ya ha terminado de derretirse. Pero ¿y si hoy fuera una de
esas tardes de arena? De las que vamos a recoger conchas que entonan canciones
marinas, donde el océano y el cielo se abrazan como si no se hubieran visto en
mucho tiempo, donde el agua baña nuestros pies y juega en torno a los tobillos.
Y tal vez no decidamos con quién soñar cada noche, pero las horas de luz
siempre serán nuestras. Juro que nadie podrá arrebatárnoslas.
No solo de recuerdos difusos vive
el ser humano. Porque el mundo sigue ahí afuera, sigue rotando sobre sí mismo,
con personas que van y que vienen, sin rumbo fijo o con expectativas, en un
vagón de metro o tras el mostrador de una tienda.
Please
believe that things are good with me, and even when they’re not, they will be
soon enough.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)