martes, 31 de julio de 2012

Although our love is waning, let us stand






Cómo tomar unas palabras que se evaporan nada más salir del paladar. Que se precipitaron al vacío en un tiempo que pareció eterno y que aún pesa en la memoria, aunque de manera liviana.  La declaración despojada de convencionalismos que elaboraste hace años ahora no es más que paja seca y rastrojos que pueden ser quemados con el aire de agosto. Porque si pesas en la conciencia, no es más que de manera remota. Si te alías con el sexo opuesto, no eres más que uno de aquellos que quisieron experimentar, que no supieron cómo salir de la cuenta atrás. Y te arrastras así, porque todos necesitamos oír vocales de labios ajenos a lo cotidiano. Porque crees que no hay línea entre lo que es y lo que no, entre lo que se juzga y se entiende.
Y ahora el sentimiento pasado es artificial y desdeñable, como toda la alegría que ya no se respira y que parece no tener fuerza, como el lenguaje cosido que utilizan los amantes en todo el mundo. Lloraría por la decadencia de un estatus, que a una siempre la lacera, ya que caer de semejante altura nunca es fácil. Pero así rehúyo de ti, me libro de lo que te debía. Porque, a fin de cuentas, cuando el rechazo es mutuo, se liberan las ataduras. Con las venas vacías ya no hay sangre con la que firmar. Porque amar nos retrae del mundo, nos lo sirve como una tragicomedia donde la desgracia ajena no es más que un tortuoso giro que preludia la risa y el aplauso de un público irascible y desinteresado. 


And I'm Laura now, and Laura still. And you did always say that one day I would suffer.



Me marcho a Alemania un mes, pero sacaré tiempo para continuar escribiendo. Lo más seguro es que lo haga en mi otro blog: http://poppiesinjune.blogspot.com/. Lo tengo algo abandonado, así que estaría bien darle un poco de vida de nuevo. 

viernes, 6 de julio de 2012

You won’t be able to go to the Lighthouse



Cuando el sueño calma la sed de ti, cuando recorre fronteras y te hace real, breve y sólido. Cuando dejo escapar aire dulce y pesado, irisado como la superficie de la rugosa perla. Lloverá, citaste, no podréis ir al faro. Hacía tiempo de tormenta, llovía la tierra y absorbía el cielo. Tu cuerpo húmedo y tus ojos extraños, vestidos de tiempo y con olor a barro. Caminamos por la orilla pedregosa de un puerto sin nombre, nos mojamos la piel con el salitre de las olas y laceraron los guijarros nuestros tobillos desnudos. ¿Sabe el invierno que no nos acordamos de él? Y, si lo sabe, ¿sabe lo infieles que le somos con el viento del Mediterráneo? Pienso que no te has ido. Que solo te has cambiado de sitio temporalmente para no regresar. Y pierdo la cordura, te busco en las letras mal trazadas que dejaste en una hoja de papel arrugada, en un bote de champú que todavía desprende cierto olor o en una fotografía mal enfocada. Pero no es hasta que el sueño llega, cuando te materializas ante mí y me brindas unos segundos de océano infinito. Y regresamos a aquella costa de tómbolo diminuto, donde nadie se atreve a juzgar si es sueño o realidad.