martes, 29 de octubre de 2013

Twined and twisted






Habitaba piel manchada. Enclaustramiento de biblioteca y años inservibles. Temí que no lograse soplar las velas como es debido, porque era una de esas chicas a quienes no les queda aire en los pulmones.
Sus henchidos carrillos parecían a punto de explotar, como un pequeño globo con demasiado aire en su interior. Sus labios apenas eran una línea torcida, “un renglón mal trazado”, tal y como solía decir su propia abuela. Los apretaba con tanta fuerza que solían desaparecer. Los chicos que la habían besado afirmaban que su saliva sabía amarga como las pepitas de manzana. Quizás se debiese al hecho de que no era de palabras dulces.
Le gustaba subir cuestas,  pero odiaba bajarlas. A veces caminaba sin descanso hasta la cima más alta. Era de piernas enclenques, pero resistencia de acero. Durante el ascenso sorteaba las rocas con la gracilidad de una cabra montesa, pero cuando tenía que volver sobre sus pasos, se tropezaba con frecuencia.

En su última excursión los árboles ya comenzaban a desnudarse y las copas se teñían paulatinamente del color del azafrán. Y bajo alguno de aquellos árboles había hierba mojada, briznas regadas por el llanto, barro húmedo que se negaba a endurecer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Los árboles ya comenzaban a desnudarse y las copas se teñían paulatinamente del color del azafrán."

Ésta sería la frase perfecta para describir el comienzo del otoño. Lo del enclaustramiento de biblioteca y lo de sus labios también me ha gustado mucho. Lo de los chicos que la habían besado, me ha traído a la mente el fragmento cuando Jeffrey Eugenides narra en las Vírgenes Suicidas lo que los chicos que habían estado con Lux decían sobre ella.

Me encantan las margaritas, y la segunda foto con los árboles y ese coche antiguo al fondo, es un amor.

Un beso grande!

Anónimo dijo...

Me alegro mucho de que te gustase el último texto que puse en el blog :)))

Es todo un cumplido viniendo de ti!

Un beso!