sábado, 24 de agosto de 2013

Cronopios de verano




El aroma a lavanda se entremezclaba en el denso aire de verano, como un rastro tímido que se resiste a cobrar demasiada importancia. Su piel de armiño se tostaba poco a poco, adquiriendo el agradable color de las hojas del abedul en otoño.
Permaneció varios minutos contemplando una blanca mariposa. Daba pequeños saltos en el aire, virando de repente a merced de los apenas perceptibles cambios de brisa. Cerraba sus finas y tersas alas de golpe al posarse sobre el tierno tallo del rosal. Había inseguridad en su vuelo, como si no supiera a ciencia cierta junto a cuál de todos los estambres se detendría.
Pensó que era extraño que hubiera sobrevivido a la noche, al olvido, al tiempo. Veía su hogar en aquel joven olivo, pero la promesa de lo conocido había dejado de existir. Esa sensación perenne de ser extranjera en todas partes, de no pertenecer a ningún trozo de tierra. Vagar sin nombre, con un pasado que podría haber sido de cualquiera. Y le pareció que quizás todo aquello no era cierto, que todas aquellas personas nunca existieron en realidad, sino que fueron un producto de su mente que, atormentada por la soledad, los había ido creando como un demiurgo con ganas de dar vida.

La vida. Hacía tiempo que no se sentía tan viva como ahora. Quizás porque no se preocupaba por vivir, sino que, sencillamente, respiraba y contemplaba. Y observaba como una espectadora que no había sido invitada, como una intrusa que espiaba escenas que no le habían tocado vivir. Se había reencontrado con aquella mente perezosa que podía pasarse inerte durante horas, limitándose a disfrutar del declive del sol y del paso de los minutos, como si no hubiera ningún punto final que tuviese que ser escrito.

5 comentarios:

Nahuel dijo...

como siempre hermoso, lo percibo calmo y sereno.

Saludos, Nahuel

Mery Coda dijo...

Los puntos finales a destiempo lo único que consigue es que nos pongamos nerviosos y no disfrutemos del vuelo de las mariposas, del aroma a lavanda, de los minutos que pasan mientras contemplamos.


(sonrisa de elefante)

Aria Zankapfel dijo...

¿He dicho ya que me encanta como escribes?

http://imnotmrsperfect.blogspot.com

V dijo...

El hombre siempre en sintonía e intentando conocer la naturaleza, me encanta.
Quién no se habrá parado a observar el vuelo de una mariposa...

Un besito,

V

Unknown dijo...

Me gustan mucho tus escritos, pero mucho más tus fotos, me gustaría saber en que lugar o que catedral es la de la foto que acompaña "Los cronopios de verano"