domingo, 19 de diciembre de 2010

Ninfómanos de la vida III

En la consulta me sentía cómplice de un sucio juego que sólo Irina y yo conocíamos, lo que hizo que me sintiese tan dichoso como ella decía. Mientras la vieja señora Nóvikov me hablaba de sus problemas para dormir y de que ya no se hablaba con sus hijos porque éstos se habían marchado al norte de Surgut, yo mantenía en mi mente el movimiento oscilante del cuerpo de Irina. Cómo su piel de armiño se me escapaba inevitablemente y sus rubios cabellos trigados se desparramaban sobre las blancas sábanas. El rastro violeta que me iba dejando desde la clavícula hasta la pelvis. El cigarro de después y sus pies fríos tocándome las piernas.

-Del pequeño ya ni tengo constancia de cuáles son sus inquietudes. Quizás haya muerto en el frente y a mí ni se me haya dicho. ¡Qué se le iba a decir a la pobre y loca señora Nóvikov! Nada de nada, por supuesto. Tal vez tenga nietos y yo como si nada. Claro, ¿así cómo va a poder una dormir? Sé que me dice que no es bueno que me tome más de una pastilla antes de intentar conciliar el sueño, pero la ansiedad me puede y hace que me tome un par más. O tal vez sean ya las ganas de morir de una vez por todas, de que me encuentren muerta en mi propio lecho por sobredosis de pastillas para dormir. ¡A dormir para siempre se haya dicho! Recéteme pastillas también para la ansiedad, haga el favor.

Irina totalmente desnuda, apenas cubierta por una delgada línea de las sábanas. “Voy a quitártelas, quiero que lo sepas”, le decía. Ella huía riendo, mirando hacia atrás de vez en cuando mientras la perseguía por la habitación. Y ella portando todavía las sábanas por pudor juguetón, como un inmenso laberinto afrodisíaco del que jamás íbamos a escapar. Se oían violines, tocaban violines a las doce y media de la noche. Un allegro cada vez más acelerado que nos incentivaba las ganas de continuar con todo aquello. “Corre, corre. Que no me vas a alcanzar, querido Dmitry”, profería ella.

-¿Está ahí, señor Kozlov?

Venga a correr como descosidos, reencontrándonos de vez en cuando con besos extasiados y sintiéndonos partícipes de algo que parecía nunca terminar. Tap-tap-tap. El ruido del parqué al crujir bajo nuestros pies descalzos. Besaba su vientre al tiempo que la retenía entre mis brazos. Ella me mordía de vez en cuando, me pellizcaba en el brazo pidiendo como loca que la dejase escapar, que ella era un pájaro y los pájaros debían de ser libres como el aire. Así que ahí que la dejaba volar, con su larga trenza enmarañada saltando de un lado a otro, enrollándose a su cuello como una pitón. Respiraba entrecortadamente y casi tuve la sensación de que se me ahogaba entre las manos, así que se me ocurrió darle bocanadas de aire con cuatro o cinco besos más. “Ven, vamos a hacerlo una vez más, todavía hay tiempo antes de que te marches”, susurraba ella.

-¿Me oye, señor Kozlov? Parece que acabe de tener una alucinación o sólo dios sabe qué… Yo con que me dé mis pastillas, conforme.

Finalmente le receté las dichosas pastillas tal y como me pedía. Así de sencilla era la resolución de los problemas para una pobre anciana: medicamentos. Y para el resto de mortales que no pasábamos de los cincuenta: sexo y erotismo.

12 comentarios:

galmar dijo...

me encantan los nombres rusos :)) feliz Navidad!! biquiñossssss :)))

Macarena Baquero Masáts dijo...

BRAVO!!!!!

Unknown dijo...

Me encanta Rusia de una manera que no soy capaz de describir, los nombres rusos me vuelven loca. Y tu manera de escribir también (:
Estoy deseando saber más de estos dos ninfómanos de la vida.

NooN dijo...

Estoy enganchada a Ninfómanos de la vida, me encantan,creo que ya soy una adicta :)

Un beso muy fuerte Dafne.

Anónimo dijo...

Yo que venía a comentarte algo bonito y vas tú con este texto y me dejas sin palabras.

(me encantaría vivir como ellos dos)



Una bolsita llena de sugus de naranja.

Bittersweet Bali | Cora Caldentey Muriel dijo...

Simplemente Perfecta, me ha encantado! ^_^

Muchos Besitos!!

Miqui Brightside dijo...

tiene su encanto eso de estar en ruso :)

Dara dijo...

sobre todo sus pies fríos, sobre todo eso.



pd: ¿puedo llevármela a tomar el té?


(cosquillas para
tu tripita)

Anónimo dijo...

sólo para los que no pasan de cincuenta? si te contara.. jaja

Anónimo dijo...

Muy bonito relato :)
¡Yo también tengo los pies fríos! xD

¡Un besazo y sigue escribiendo así! =)

¡Felices fiestas!

Enrojecerse dijo...

Esos nombres en ruso y la manera que tienes de expresar lo que hacen me ha gustado!

Anónimo dijo...

Me encanta esa visión de Irina que tiene Kozlov recordando sus noches juntos, ella envuelta con las sábanas y correteando por la casa, siguiéndola, besándola... describes los sentimientos a la perfección. Qué bonito es el amor ^^

un beso Dafne!