viernes, 12 de noviembre de 2010

Ninfómanos de la vida I

Y yo asentía, aliviado de alguna forma por no tener que responder, mientras que ella se extasiaba en cada frase que profería. Extendiendo los brazos, gesticulando excesivamente hasta con la comisura de los labios, de manera histriónica y singular.

-¡Como lo oyes! Así, sin más. De buenas a primeras le dije que se olvidase de mí, que yo ya tenía las razones de vivir por otra parte, que no era necesario que siguiese suplicándome que me quedase a su lado. ¿Puedes creerlo? –aseveraba, con voz variable. De vez en cuando se tomaba su tiempo para darle una calada al cigarro. Irina fumaba en cantidades industriales. Vaya que si fumaba. No le importaba dejarse el carmín violeta en el filtro, a ella eso le daba igual. Le gustaba sentirse perteneciente a la denominada revolución feminista. Irina siempre había sido de ideas revolucionarias-. Así que aquí estoy, pidiendo que me dejes entregarme a ti sin que sirva de precedente.

Y yo sonreía como un estúpido, condescendiente y al mismo tiempo idiota. ¿Qué de cierto tenían sus palabras? Resultaba extraño que amase de forma tan humana con todos aquellos estereotipos bajo sus pupilas. Cambiaba radicalmente de tema y lo redirigía a los viajes que realizaríamos al extranjero, los tulipanes que pondría en la sala de invitados y los planes de futuro que nos esperaba en nuestra idílica relación. Estaba eufórica, con la mirada aleatoria y las ganas desbordándose por todas partes. Casi gritaba de la emoción, como jadeando por emprender todas esas cosas que la vida iba a brindarnos.

-¿Sabes qué es lo mejor de todo? Que tenemos todo el tiempo del mundo para gastarlo y esto sólo es el principio. Y creo que ahora mismo podría apagar las luces y te haría el amor, y quizás ni siquiera te importase demasiado, ¿verdad? Porque es así todo, querido Dmitry, ella le descarrila cada noche por la lujuria mientras que a la mañana siguiente él acude a su consulta tal y como hace todos los días. Y nadie, absolutamente nadie, puede imaginarse todas las cosas que ha hecho durante la noche anterior. Porque así de caprichosa es la vida, así de oculta y con tantas caras que uno termina perdiéndose. Perdámonos, pues, ahora mismo. Todavía nos queda una media hora antes de que amanezca.




Estoy algo ocupada últimamente con los exámenes, así que espero poder actualizar con más frecuencia y dedicarle más tiempo al blog cuando los termine.

Hoy me ha pasado algo "extraño" mientras andaba por las calles de Valencia, y sé que sonará idiota si lo escribo aquí (al menos a mí me lo parecerá), pero es que he visto a un chico atarse los zapatos y no he podido evitar pararme en seco. He andado cinco minutos más y he dado media vuelta para volver a verle. Tenía la imperiosa necesidad de volver a verle. El caso es que me he sentido tonta como pocas, ahí parada en mitad de toda aquella muchedumbre y mirando a un total desconocido. Me ha devuelto la mirada y me ha sonreído. Yo he seguido andando porque me he sentido idiota (sí, esa constante sensación que tengo de sentirme estúpida). Supongo que esos pequeños momentos me gustan. Fracciones de segundo que se te quedan grabadas y la extraña atracción hacia un total desconocido. Y en el fondo sabes que son rostros que jamás volverás a ver, situaciones que no volverán a ocurrir y sonrisas que no volverán a ser esbozadas.



22 comentarios:

Miqui Brightside dijo...

Rebeca es una pasada :)

Bittersweet Bali | Cora Caldentey Muriel dijo...

Ooh!! ^_^ Que monada de momento! (Y de entrada!)

Muchos Besitos Bonita!! :)(L)

Anónimo dijo...

Me encantaría cruzarme en un bar con una chica como Irina.

(qué momento más mágico el del chico y tú)


Una bolsita llena de sugus de limón.

Enrojecerse dijo...

Me encanta el nombre de Dmitry.
Y me encanta aún más que tengan tiempo y quieran aprovecharlo!

NooN dijo...

Estoy deseosa de leer más historias de ninfómanos de la vida,cuando tu tiempo te lo permita. Enorme, el titulo.

Mágica sensación la estupidez :)

Besos Bonita.

Anónimo dijo...

Me encanta y seguro que tendrán tiempo para aprovecharlo.
Realmente no lo encuentro una tontería lo del "encuentro" por así decirlo con el chico este que se ataba los zapatos, ¡me gustan esos momentos! es encantador que te devuelvan la mirada y la sonrisa, es un pequeño momento que vale la pena aunque sea una tontería.
muá :)

Setzel dijo...

La vida es para tratar de conectarse con ese chico de los zapatos...
Me ha pasado.
Muchas veces tengo que tirar msn callejeros jejeje

Ivianella dijo...

Yo también me quedaría parada como estúpida, porque es algo que poca veces pasa, porque es algo por lo que vale la pena tomarse un minuto,para disfrutarlo! un beso

Duna Loves dijo...

"ahora mismo podría apagar las luces y te haría el amor" pedazo de declaración y qué bonito el encuentro con el chico de los cordones, muy cuco :)

poetadebotella dijo...

mmm...me gusta el texto!:)
pero ver atarse los cordones a un chico en mitad de la calle y pararte en seco...es muy genial...!:)
muah

Diario de un PEaton dijo...

Me ha gustado en poder nostalgico que involucra tu texto, me encanta la forma en que los personajes se llenan de incertidumbre y que ambos esperan que la ausencia termine de una vez, volver al pasado.

Un gusto,
saludos.

Anónimo dijo...

Chica... es que te leo y me quedo sin palabras... porque todas las palabras bonitas ya las has usado tú.

Eres genial, siempre te lo he dicho, lo sabes. Tienes un don, un talento, una magia especial, y absolutamente particulares.

ME-EN-CAN-TAS.

Besos... y disculpa por mis laaaargas ausencias, la vida está chunga...

Mondragón de Malatesta dijo...

Sucede que la vida está construída por pequeños instantes que duran años eternos.

Daniel dijo...

Yo prefiero un chico que no sonría en tal situación. Creo que serán más bonitos aquellos que aparten la mirada por vergüenza y vuelvan a mirar más tarde. O simplemente se queden con la mirada fija, dudando -por inseguridad y falta de autoestima- si es él la persona a la que miras.

Los que sonríen no creo que merezcan la pena. Además, suelen ser más tontos :P.

Dara dijo...

el mundo entero en media hora. y de postre, el sueño. por qué no.


(mi pez azul te manda
cosquillas. de las buenas)

Anónimo dijo...

El texto es genial, me encanta esto de la última línea: "Perdámonos, pues, ahora mismo", esa sensación que tienes de dejarte llevar, olvidarte de todo, cuando estás con la persona que quieres, no podrías haberla descrito mejor que con esas palabras.

Y lo que has contado, ese encuentro con el chico en la calle... él atándose los zapatos y tú mirándole, ahí parada, y que te sonríese, me parece una experiencia preciosa. Es verdad que a veces te encuentras con gente con la que sientes una especie de conexión, aunque sólo dure unos segundos vuestro intercambio de miradas y sonrisas.
un beso grande Dafne! :)

Anónimo dijo...

Jaja, oye, a lo mejor te gustaron sus zapatos =)
Un relato muy bonito.
¡Un besazo enorme! ^^

Anónimo dijo...

me encanta

Anónimo dijo...

quien sabe, a lo mejor vuelve a pararse ahí a atarse los cordones :)

Laura Wellington dijo...

Hacia mucho que no me pasaba por aqui, la verdad no he tenido mucho tiempo para leer blogs y comentarlos.
¡Muchas gracias por premiar mi blog y muchos besos!

Chelsea dijo...

Iba a decirte algo sobre el texto... pero al leer tu encontronazo con el chico lo olvidé ...^^'
Me parece un momento precioso... No te sientas estúpida, te sonrió ;)

saqysay dijo...

Pasando a saludar viejas amistades. Espero que te encuentres bien, mil cariños. Besos!!