A veces el viento sopla demasiado fuerte. Demasiado fuerte como para poderte oír a ti misma.
Entonces le haces un pulso a la gravedad, y saltas. Flexionando las rodillas de forma sobrehumana, retractándote sobre tu propio peso para luego estirarlas y que tracen las tibias una línea perpendicular al suelo. Saltas porque pretendes llegar lo más alto posible, porque intentas coger cobertura en el cielo, en la bóveda celeste donde los sueños parecen un poco menos imposibles y quiméricos. Estás hasta las narices de las llamadas perdidas al corazón, de ésas en las que suena el buzón de la compañía de la incomprensión, pues ni siquiera eres capaz de comprender por qué no puedes entregarte a alguien como es debido.
Y es la incapacidad de hacerlo, las promesas fragmentadas, el deseo insano de comportarte como antaño, de acabar con todo esto y reemprender algo que te llene tanto como para sobresalir por encima de tu individualismo, lo que consigue que termines por empeorar la situación.
Decides que las excusas son demasiado sugestivas como para dejarlas pasar, y que tu saldo comienza hacer estragos, así que pierdes el orden de las prioridades, limitándote a que el tiempo se derroche a merced del viento.
Entonces le haces un pulso a la gravedad, y saltas. Flexionando las rodillas de forma sobrehumana, retractándote sobre tu propio peso para luego estirarlas y que tracen las tibias una línea perpendicular al suelo. Saltas porque pretendes llegar lo más alto posible, porque intentas coger cobertura en el cielo, en la bóveda celeste donde los sueños parecen un poco menos imposibles y quiméricos. Estás hasta las narices de las llamadas perdidas al corazón, de ésas en las que suena el buzón de la compañía de la incomprensión, pues ni siquiera eres capaz de comprender por qué no puedes entregarte a alguien como es debido.
Y es la incapacidad de hacerlo, las promesas fragmentadas, el deseo insano de comportarte como antaño, de acabar con todo esto y reemprender algo que te llene tanto como para sobresalir por encima de tu individualismo, lo que consigue que termines por empeorar la situación.
Decides que las excusas son demasiado sugestivas como para dejarlas pasar, y que tu saldo comienza hacer estragos, así que pierdes el orden de las prioridades, limitándote a que el tiempo se derroche a merced del viento.
8 comentarios:
las vanalidades de vivir, he intentar buscarle un sentido al sentir, mas alla de que la unica opcion posible es actuar.
PD: tu comentario en mi entrada fue cruel, 7 entradas seguidas hablando de esa situación, y pagar por jugar, sin haber oido la campana de comienzo. ¬¬
cuidate.^^
Es realmente profundo. Lo he tenido que leer más de una vez para poder sacarle el jugo.
Un abrazo
El viento, que se lleva cosas y trae otras nuevas :)
Muaks!
"Intentas coger cobertura en el cielo"...
Uffff... niña, escribes como los ángeles. ¡¡Me encantas!!
Besos.
Y eso hacía Ana, saltar lo más alto posible para ver si así conseguía quedarse allí arriba y planear un poquito.
miau
de
ciruelas,
pequeña
me alegra leer otro texto mas de ti.
aunque usted se habia refujiado en el receso de las letras, para nosotros que leemos fue un tiempo sin oportunidad,
cuidate,
la vida es bella!!
Alucinante. No me canso de repetírtelo. Es demasiado alucinante.
Sentí cada soplido del viento en mi frente.
Que bien escribes JODER
impresionante tus frases :]
Besos x
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