miércoles, 14 de enero de 2009

La melancolía, 100% algodón, a ver si encoge


Mi pulóver turquesa estaba despeluchado, pero poco importaba ya. Desprendía olor a tizne polvoriento, y las bolas de naftalina que guardaba en el cajón lo han convertido en aval industrial. Me lo enfundo, me lo saco, lo tiro en el edredón de la cama, lo piso, se restriega con las pelusas de mi aparador y les echa una carrera, es atacado por polillas impías… Qué lástima, yo que pensaba que era una de esas cosas en la vida a las que hay que cuidar.
Ayer vino mojado, creo que tenía escrito en la etiqueta que había que lavarlo a mano, y a alguien se le ocurrió meterlo en el centrifugado. ¡Será posible! Pobrecito, te prometo que mañana te guardaré entre prendas de seda y camisetas de algodón, pasarás la noche calentito, aunque de tanto olor a suavizante, cogerás un colocón.
Porque, bueno, quien dice pulóver, dice corazón.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El corazón hay que tratarlo bien. Es una prenda delicada. Hay que lavarlo a mano y con suavizante, para que quede muy suave. Pues es una prenda que sufre mucho, que tiene mucho desgaste a lo largo del día.
Saludos. Me gustó el texto.

Jaime Riba dijo...

holaaa! que tal?? solo pasaba por tu blog, que por cierto es una pasada! te sigo ok?? espero que te pases por el mio y me sigas! :) besos! chao!

Jaime

andrea. dijo...

Pues si, eso suele suceder. tratamos al corazon como si fuera cualquier cosa, y recien cuando se encuentra grave recriminamos el daño hecho y buscamos como enmendarlo, tal vez, algun dia no tenga cura ya de tantas heridas.

Lisa dijo...

Es genial la comparación que haces. Es fantástica, sin exagerar. Me encanta.
Un besito!