domingo, 4 de enero de 2009

Juego con rojas


Eh, vida mía, ¿echamos una partidilla? Pero no como siempre, de ésas donde las victorias se clamaron a los cuatro vientos para que algún alma en pena abriera el sentido del oído –y ya de paso el de la pena en gracia-, te animara con unas cuantas palabras de quita y pon, para después volver a reincidir constantemente en la derrota continua, que llama a tu puerta como quien pasa por casa de la vecina del cuarto. Hoy es diferente, hoy la derrota suena en silencio, y sienta incluso peor que cuando tiene público incondicional, y es que tan sólo estoy yo para presenciarla, así que suena más amarga de lo que ya era en un principio; me parece que los demás se han largado, ponían una reposición de otra vida más sugestiva que la mía, aunque eso no es muy difícil.
¡Maldita sea! Llevo con esta ficha dando vueltas como una imbécil al tablón de juego, y se ve que al ser mi casa roja, soy más que daltónica y no diferencio cuál de todas es. Pero eso no es ninguna novedad (bienaventurada la palabra), a mí me pasa siempre, estas cuatro paredes no se pueden denominar hogar, y mucho menos me siento relacionada con todas estas risas desperdigadas por el mantel de Navidad, con turrones de Jijona y con las copitas de champán.

Pero puestos a arriesgar, lo que haré será reservarme mis tres fichitas rojas, por ver si pasa la verde esperanza y zampármela antes de que se me escape para siempre, que según las coletillas populares, dicen que lo último que se pierde es la ilusión.

3 comentarios:

Dara dijo...

Creo que algo falló si la última entrada del blog de los maullidos te pareció la descripción de algo animal y desmotivado. La intención era de fusión, de compenetración, de dos almas que se mezclan en jadeos. De ser uno, de ser agua. No era animal, era puramente emocional. Creo que en realidad esos dos lo único que estaban haciendo era mirarse a los ojos. Y lo demás fue conexión.

Un miau grande y gracias por tu comentario. Yo me quedo por aquí a seguir curioseando.

marta dijo...

¡Hola!
Me encanta tu blog, y esta entrada en especial, me gusta como juegas con las palabras, entrelazándolas con la metáfora de una simple partida de parchís.


P.D.: me ha hecho mucha gracia tu comentario pues a mí lo que me ha llamado la atención ha sido tu apellido, yo me llamo Marta Isern.

Lisa dijo...

Me gusta este escrito, pero yo suelo oir que lo último que se pierde es la esperanza :)