Between the death of the one and the birth of the other, much water will flow by, a long night of chaos and desolation will pass.
En su terca obsesión por protegerse,
le imaginaba imperfecto y anónimo, como una partitura incompleta o un lienzo
sin firma. Si hay que amarle, que sea alguien sin rostro, alguien cuyas
facciones se desdibujen con el paso del tiempo.
Ideaba justificaciones una detrás de otra. Se convencía a sí misma de
que su constante deseo se alimentaba de cada uno de aquellos triviales gestos;
de las cosas diarias y absurdas que él perpetraba cada día. Aquello no
significaba, sin embargo, que buscase una lógica sana, un motivo racional por
el que perder el apetito. Al menor titubeo, allí crecía la incertidumbre como
la ortiga en el campo, desencadenando un mar de interrogaciones que terminaba
sumiéndola en la desesperación. Y así continuaba cada día, agazapada en la
trinchera de un amor que nunca llegó a consumarse, tierra de nadie, yerma y sucia.