A
veces se siente que, por inercia, el mundo ha dejado de girar. Que se ha
quedado suspendido, como una mota de polvo que se niega a continuar luchando
contra el viento, como una hoja caduca que flota sobre el lago apacible, donde
el rumor del agua apenas se eleva por encima de la propia respiración. Y en esa eterna quietud inquebrantable,
inundan las ganas de contemplar. De ver más allá de los límites que traza el
camino, de atravesar el linde del bosque y atreverse a soñar qué es lo que
esconden los arbustos. Comenzar, de este modo, a olvidar. A olvidar el abismo
que se erige bajo nuestros pies, los escritos inacabados, la taza fría sobre la
mesa y las palabras que nunca se atrevieron a salir de la bóveda de tu paladar. miércoles, 18 de septiembre de 2013
There's loneliness we cling to
A
veces se siente que, por inercia, el mundo ha dejado de girar. Que se ha
quedado suspendido, como una mota de polvo que se niega a continuar luchando
contra el viento, como una hoja caduca que flota sobre el lago apacible, donde
el rumor del agua apenas se eleva por encima de la propia respiración. Y en esa eterna quietud inquebrantable,
inundan las ganas de contemplar. De ver más allá de los límites que traza el
camino, de atravesar el linde del bosque y atreverse a soñar qué es lo que
esconden los arbustos. Comenzar, de este modo, a olvidar. A olvidar el abismo
que se erige bajo nuestros pies, los escritos inacabados, la taza fría sobre la
mesa y las palabras que nunca se atrevieron a salir de la bóveda de tu paladar. lunes, 9 de septiembre de 2013
Waldeinsamkeit
La
soledad engulle al auténtico viajero. Lo arrastra y bambolea con la misma
fuerza que el vendaval de otoño atiza el trigo sin recolectar. Si por comodidad
o despreocupación, este se halla desprovisto de equipaje, le asalta la idea de
que no hay nada más pesado que unos pies que no saben adónde se dirigen.
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