Degustaron
cafeína tostada mientras afuera el granizo comenzaba a derretirse sobre el
asfalto. La ciudad se desperezaba en un oscurecer paulatino; las sombras daban
paso a un incesante crepitar de luces y transbordos ajetreados, pero en la
cafetería apenas se percibía ese rumor incesante. Y sus ojos, de azul hielo
punzante, recorrían cada tramo de su piel como en busca de algo que atesorar,
algo que robarle al tiempo. Un pobre
instante furtivo, de los que el parpadeo puede acabar matando. Con las manos
temblorosas, se exploraban como quien palpa tierra nueva. A tientas, en sudor
frío, con la mente en blanco, a ciegas.
Esta
noche el susurro se torna palabra. Palabras extranjeras que suenan a hogar. Y
los monemas se le escapan de la comisura de los labios, van cayendo sobre el
entarimado. Ella los recoge como perlas sin pulir y los acomoda en sus oídos,
con cariño y con miedo, por si el abrazo de mañana es la última despedida, o
nada más que una de tantas. Y cuando el deber y la responsabilidad se imponen, ella
se marcha sin mayor teatralidad o demora. Cierra la puerta tras de sí, le deja
a él en la cama, tendido, seguir oscilando en el sueño, algo roto por el sonido
de la tostadora. Ha de partir, pero todo le sabe a dulce. No se atreve a
materializarlo en palabras (conocidas, maternas), pero el sentimiento la
engulle y la arrastra, la prepara para el próximo encuentro. Sonríe, afuera ya
ha amanecido y la humedad se le pega en el pelo, la luz del sol baila en su
sonrisa.
2 comentarios:
Como siempre es un placer pasar por aqui.
Saludos, nahuel
Cada frase, cada palabra, del texto desprende fuerza. Pero, sin duda, yo me quedo con la siguiente: "Con las manos temblorosas, se exploraban como quien palpa tierra nueva."
Aprovecho para decirte que, por motivos varios, me he visto obligada a eliminar mi antiguo blog y he creado uno nuevo. Espero verte también por allí, bonita.
thenameofthelight.com
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