Así que pensaba que, si se iba a
dormir, la pena mermaría y el sol de mañana sanaría las heridas de las noches
de llanto. Porque solo era piel pegada sobre huesos, piel que rezumaba sudor y
horas de insomnio. Pero los párpados eran tan pesados que no llegaban a
abrazarse entre ellos, sino que había un duelo de pestañas sin claro ganador.
Quería que la encontrasen, pero ni ella misma sabía dónde estaba, así que puso
en marcha el motor para hallarse en algún sitio. Y los postes de luz ahora eran
gigantes de hierro que pasaban tras el cristal frío. La radio cambiaba de
emisora sin que ella se lo pidiese, pero apenas le quedaban fuerzas para
agarrar el volante con las dos manos. Había miedo en su coraje, porque sabía
que nunca llegaría a cruzar aquella frontera sin delimitar.
8 comentarios:
adorable, como cada viaje en la vida. Un placer venir.
Saludos, Nahuel.
Sólo cuando te encuentras, te encuentran, es entonces cuando te dejas ver...
Pero que bonito lo dices siempre.
Besos abisales
Creo que lo que más me gusta de leerte es la fuerza que transmites con imágenes que en principio parecen sencillas. Ese volante y ese insomnio arrastran hacia dentro.
El sol de la mañana suele ser balsámico. Buen texto. :-)
atlantis2050.blogspot.com
Y en realidad para que la encuentren primero tiene que encontrarse ella misma, eso es lo más complicado.
Me encanta lo del trayecto en coche, con los postes de luz de fondo, me recuerda a la película Paris, Texas, al sueño que la protagonista tenía. Y me quedo con esta frase: "el sol de mañana sanaría las heridas de las noches de llanto"... yo también he sentido alguna vez eso, la esperanza de que con un día nuevo, todo sea mejor.
un beso grande!
Una amiga mía suele decirse a sí misma antes de dormir: "mañana ya se verá". Y tiene razón. Las cosas se ven mejor con perspectiva, y sin perturbar los sueños ;)
Me encanta, como todo lo que escribes :)
¡Un beso!
Dejarse dominar por el miedo a veces resulta ser lo más sencillo. Pero qué difícil es que el coraje venza todas y cada una de las batallas...
Un beso, Dafne.
V
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